Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
El Señor me ha hecho conocer su voluntad como en tres aspectos, pero constituían una sola cosa.
La primera es aquella en la cual las almas apartadas del mundo arderán como víctimas ante el trono de Dios y pedirán misericordia para el mundo entero…. Implorarán bendiciones para los sacerdotes y, a través de la oración, prepararán al mundo para la venida final de Jesús.
La segunda es la oración unida con las obras de misericordia. De modo especial protegerán del mal a las almas de los niños. La oración y la obra de misericordia encierran en si todo lo que aquellas almas deben hacer. En su grupo pueden ser admitidas incluso las más pobres y se empeñarán en despertar el amor y la misericordia de Jesús en este mundo lleno de egoísmo.
La tercera es la oración y la actitud caritativa no ligada por ningún voto, pero por practicarlas participarán de todos los méritos y privilegios de la Comunidad. A este grupo pueden pertenecer todas las personas que viven en el mundo.
Reflexión: Las obras de Misericordia
El Señor me ha hecho conocer su voluntad en tres aspectos, que constituían una sola cosa. Las almas apartadas implorarán bendiciones para los sacerdotes que prepararán al mundo. La segunda es la oración unida a las obras, protegerán las almas de los niños. La tercera es la oración y actitud caritativa del pueblo de Dios.
“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia”. Misericordia es la capacidad de sentir la desdicha de los demás y compartir su sufrimiento. En el trato con los que padecen enfermedades se hacen realidad las palabras del Señor: “Lo que hiciste con uno de estos mis hermanos más pequeños, por mí lo hiciste”. Visitar al enfermo, es visitar a Cristo; servir al que sufre, es servir al mismo Cristo. Entonces oiremos un día de los labios del Señor: “Ven, bendito de mi Padre, porque estuve enfermo y me visitaste”. La misericordia en el hombre, es uno de los frutos de la caridad y predispone al hombre para gozar de Dios.
San Agustín afirma: “Cuando al prójimo, limpiamos los ojos para poder ver a Dios, la mirada se hace más penetrante para percibir los bienes divinos”.
En su diario, Jesús le dice: “Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo: la primera, la acción. La segunda, la palabra. La tercera, la oración. En estas tres formas, está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio del amor hacia mí”. Ayúdame Señor, que mis ojos sean misericordiosos para buscar la belleza de un alma; mis oídos sean misericordiosos para escuchar sus necesidades; mi lengua no hable mal de mi prójimo y transmita una palabra de consuelo: para que mis manos estén llenas de obras hacia los demás; mis pies estén prestos a socorrer a mi prójimo olvidando mi cansancio. Que mi corazón sea misericordioso para compartir los sufrimientos de los otros.
“Deseo ser un reflejo de ti, Señor; que tu misericordia pase a través de mi corazón al prójimo”.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda un corazón misericordioso a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.