Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Rezo frecuentemente por Polonia, pero veo una gran indignación de Dios contra ella, por ser tan ingrata. Hago todo el esfuerzo del alma para defenderla. Recuerdo continuamente a Dios sus promesas de misericordia. Cuando veo su indignación, me arrojo con confianza en el abismo de misericordia y en él sumerjo toda Polonia y entonces no puede hacer uso de su justicia. Oh patria mía, cuánto me cuestas, no hay día en que no rece por ti.

(Una frase de San Vicente de Paul: El Señor siempre toma parte en una obra cuando elimina todos los medios humanos y nos ordena hacer algo que sobrepasa nuestras fuerzas).

Reflexión: El poder de la oración

Rezo, fundamentalmente por Polonia pero veo una gran indignación de Dios contra ella. Cuando veo su indignación, me arrojo con confianza en el abismo de misericordia.

Pedid y se os dará, buscad y hallarás, llamad y se os abrirá porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá. Orar es glorificar la infinita bondad de Dios, es poner en acción su divina misericordia, es regocijar y dilatar el amor de Dios con sus criaturas, porque orar es cumplir uno de los requisitos exigidos por Dios para conceder sus favores. La oración es la mayor virtud del hombre. Compendia a todas: 1. La fe que cree, 2. La esperanza que suplica, 3. La caridad que pide para dar. 4. La humildad de corazón, que la forma. 5. La confianza, que la expresa. 6. La perseverancia, que triunfa del mismo Dios. La oración es la mayor glorificación de Dios por el hombre.

En nuestra petición tendríamos que preguntarnos si lo solicitado nos ayudará a amarle más y cumplir mejor su voluntad. En la oración debemos ser como la cananea, que acercándose, se postró ante Él diciendo: ¡Señor, socórreme! El silencio de Dios… Pero ella no cede, su fe se acrecienta y desborda… Verdad Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Tanta fe, tanta humildad y constancia hace exclamar al Señor: “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase conforme tú lo deseas”… Le arrancó el milagro. El poder de la oración

Debemos recurrir en nuestra oración, a la ayuda de otras personas cercanas a Dios, como los sacerdotes, religiosos, niños y enfermos, y rogar a nuestro ángel custodie que interceda por nuestra petición. Y acudir a la Virgen María, madre de Dios, por nuestra intención porque ella es la Omnipotencia suplicante.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda el poder de la oración a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.