Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Cuando una vez me sentí ofendida por cierto motivo y me quejaba ante el Señor Jesús me contestó: Hija Mía, ¿por qué te importan tanto las enseñanzas y las palabras de los hombres? Quiero instruirte Yo Mismo, por eso dispongo las circunstancias de modo que no puedas asistir a estas conferencias; en un solo instante te haré conocer más de lo que los demás alcancen esforzándose muchos años.

20 VI [1937].  Nos parecemos más a Dios cuando perdonamos al prójimo.  Dios es amor, bondad y misericordia….  Cada alma y especialmente el alma consagrada debe reflejar en sí Mi misericordia. Mi Corazón está colmado de piedad y de misericordia para todos.  El corazón de Mi esposa tiene que ser semejante a Mi Corazón, de su corazón tiene que brotar el manantial de Mi misericordia para las almas, si no la desconoceré.

Reflexión: El perdón

Nos parecemos más a Dios cuando perdonamos al prójimo. Dios es amor, bondad y misericordia. Perdona la ofensa a tu prójimo y se te perdonarán los pecados cuando le pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor y pedir la salud al Señor? Pedro le preguntó a Jesús: ¿Hasta cuánto he de perdonar a mi hermano? ¿Hasta 7 veces? El Señor responde: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Es decir siempre. La indulgencia que cumplimos con los demás, es la que tendrá con nosotros. El Señor nos alentó a pedir en el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Solo así atraeremos sobre nosotros, la misericordia de Dios. A veces son cosas pequeñas las que nos pueden herir: un favor que no nos agradecen, una palabra, un gesto. Otras veces pueden ser más graves: calumnias, murmuraciones, interpretaciones equivocadas. Debemos examinarnos hoy, si guardamos en el corazón al que agravió, algo de rencor. ¿Es nuestro perdón inmediato, sincero, de corazón? ¿Pedimos al Señor por aquellas personas que nos ofendieron o hicieron daño? Para perdonar con rapidez, necesitamos desprendimiento, un corazón humilde, orientado hacia Dios.

San Ignacio de Antioquía aconsejaba: a los arrebatos de ira, responder con mansedumbre. Oponerse a blasfemias con nuestras oraciones; a su fiereza, con nuestra dulzura; no portarnos como ellos solo esforzarnos en imitar al Señor. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Del mismo modo que el Señor está dispuesto a perdonarnos, también nosotros debemos perdonarnos mutuamente. Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar. ¿Cuánto me ama Dios? Tanto cuanto me perdona.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la gracia de perdonar a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Santa Faustina: Ruega por nosotros. Amén.

Dr. Victor Arce.