Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

19 IX 1937.  Hoy me visitó mi hermano Stasio.  Me alegré enormemente de ver esta hermosa almita que también piensa entregarse al servicio de Dios, o sea Dios Mismo la atrae a su amor.  Hablamos mucho tiempo de Dios, de su bondad.  Durante nuestra conversación conocí lo agradable que es a Dios esta almita.  Recibí el permiso de la buena Madre Superiora de vernos más a menudo.  Cuando me pidió un consejo a dónde entrar, le contesté: Si tú sabes mejor que es lo que el Señor quiere de ti.  Le mencioné la orden de los jesuitas, pero: Entra en dónde te plaza.  Prometí rezar por él y decidí hacer una novena al Sagrado Corazón por intercesión del Padre Pedro Skarga, con la promesa de publicarlo en el Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús, porque tiene muchas dificultades en esta iniciativa suya.  Comprendí que en esta cuestión es más provechosa la oración que el consejo…

Reflexión: El espíritu de oración

11-IX-1937. Hoy me visitó mi hermano Stasio, hablamos mucho tiempo de Dios, de su bondad, me pidió consejo a donde entrar. Prometí rezar por él y luego una novena al Sagrado Corazón. Comprendí que es más provechosa la oración que el consejo. Dios promete: “Derramaré sobre la casa de David y sobre todos los moradores de Jerusalén, el espíritu de gracia y de oración”. Jesucristo vino como rocío de gracia que cubre toda la Tierra y derramó por doquier el espíritu de oración. La oración es la característica de la religión católica y la señal de la santidad de un alma, ella hace a los santos. La oración es luz y poder, es la acción misma de Dios de cuyo poder dispone el que ora. Quien quiera que ore, llegará a ser santo. No os dejeís engañar por hermosas palabras o por apariencias que también el demonio puede mucho. El conocimiento de la verdad es ineficaz para santificar, es necesario que se le junte el amor. Las buenas obras, la penitencia y la mortificación constituyen la santidad de un alma. Cuando se ora  se tienen todas las demás virtudes y se es santo. En la oración se ejercita la fe, la esperanza y la caridad. Cuando oramos hacemos penitencia, nos mortificamos, la imaginación queda sojuzgada, se clava la voluntad, se encadena el corazón y se practica la humildad. ¿Cómo sabré en la práctica que oro lo suficiente para la santidad? Si adelantamos en la virtud, se llega a conocer que la oración es suficiente. Cuando se ve que se digiere fácilmente y las alas de la oración se remontan muy alto. Es tan importante la oración que cuando Dios quiere a un alma no aumenta sus virtudes, sino el espíritu de oración. Podemos dejar todo pero nunca la oración. Ella es condición a la Santidad y a nuestra salvación.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda espíritu de oración a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.