Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Hoy pregunté imprudentemente a dos niños pobres si de verdad no tenían nada de comer en casa.  Los niños no me contestaron nada, y se alejaron de la puerta.  Comprendí que les era difícil hablar de su miseria, entonces los alcancé apresuradamente e hice volver dándoles lo que pude y para lo cual obtuve permiso.

Reflexión: Compartir

Hoy, pregunté imprudentemente a dos niños pobres si de verdad, no tenían nada de comer en su casa.

“Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí, me lo hicisteis”. El día del juicio éstas serán nuestras credenciales. Entonces comprenderemos que nada nos habrá servido ganar todo el mundo, si al final no hubiéramos sabido amar con obras y de verdad a nuestros hermanos. Debemos recordar con mucha frecuencia: No somos dueños de los bienes, sino administradores y hay que hacerlo con generosidad, afecto, comprensión y cordialidad. El Señor nos dirá: Es mejor dar, que recibir. Más se gana dando, que recibiendo. Se gana el cielo. Cuando se vive con el corazón puesto en los bienes materiales, es muy difícil ver las necesidades de los demás y más aún a Dios.

Vivir la pobreza que Cristo pide a los suyos requiere un gran desprendimiento interior: en el deseo, en el pensamiento, en la imaginación; exige vivir con el mismo espíritu del Señor. Debemos utilizar los bienes como medios, no como fines en sí mismos. La pobreza es una virtud cristiana que el Señor pide a todos, se hace a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros. El Señor da al alma desprendida una especial alegría; se derivan muchos frutos, el alma se dispone para bienes sobrenaturales. San Pablo le recuerda a Timoteo: La raíz de todos los males es la avaricia y muchos pierden la fe a causa de ella. Debemos compartir con los demás lo que el Señor pone en nuestras manos.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda compartir con los demás a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.